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Estás viendo tus redes sociales cualquier día y te enteras de que alguien que conocías falleció por complicaciones del VIH. No sólo resientes la pérdida de esa persona, pues una muerte por VIH (o por cualquier otra causa) es un duro golpe, pero también, sin darte cuenta, comienzas a reflexionar sobre tu propia vida con el virus.

No sabes cómo reaccionar. Es difícil pensar en esa persona sin pensar también en ti. Surgen el miedo y las preguntas. ¿Estaba tomando el tratamiento adecuado? ¿Se estaba cuidando bien? En el fondo, puede ser tu propio miedo el que intenta encontrar una explicación.

Desempolvando el miedo a la muerte por VIH

El doctor Gary McClain, de la ciudad de Nueva York, es terapeuta y se ha especializado en trabajar con personas diagnosticadas con condiciones médicas crónicas, sus cuidadores y otros profesionales. En su colaboración con la revista Plus, aborda el tema de lo que sucede si tú, que vives con VIH, te enteras de que alguien cercano (o quizás, no tanto) ha muerto a causa de complicaciones relacionadas con el virus.

Uno de los primeros sentimientos es el miedo. Es posible que ya estés lidiando con tu propio miedo. O tal vez pensaste que el miedo había quedado atrás. Otro sentimiento es la culpa por estar bien cuando alguien más no lo estaba. “Puedes sentir algo de culpa si te encuentras explicando su muerte con pensamientos sobre lo que podrían no haber hecho para cuidarse”, señala McClain.

Pero añade que es completamente humano tener sentimientos que están por todas partes. Enterarse de una muerte nos afecta porque es de las primeras cosas de la lista de aquello en lo que preferimos no pensar. Hasta que tenemos que hacerlo.

¿Qué puedes hacer si tú estás bien?

Primero, permítete sentir. Todo eso que puede surgir con la noticia son sólo sentimientos. Y son normales, así que no te juzgues. Tampoco los reprimas, ya que pueden acumularse y provocar estrés. Deja que salgan poco a poco.

Por otro lado, busca apoyo. Encuentra un lugar seguro para hablar sobre cómo te sientes. Incluso si la muerte por VIH no fue de alguien cercano a ti, sigue siendo una pérdida de alguna manera. Habla con alguien que pueda escuchar sin decirte lo que deberías hacer. Decirlo en voz alta puede ayudarte a ordenar tus pensamientos y sentimientos.

Además, hay que aceptar que la vida es incierta, independientemente de las circunstancias de cada quien. Si vives con VIH, es probable que ya hayas llegado a aceptar los cambios que la vida puede traer, ya sea que te prepares para ellos o no. Pero saber que la persona que falleció vivía con VIH puede reavivar la ansiedad por la incertidumbre.

No siempre tendrás respuestas a una muerte por VIH

Es completamente humano tener preguntas y querer respuestas. ¿Por qué sucedió esto? ¿Hubo complicaciones? ¿Fue alguna condición relacionada? ¿Estaban funcionando los medicamentos? ¿Estaba cumpliendo con el tratamiento y el autocuidado? Puede ser que tengas respuestas a estas preguntas. Pero puede que no.

Este es el momento de revisarte objetivamente. Para responder al miedo, recuérdate tus fortalezas: un equipo médico en el que confías, familia y amistades, apego a tu tratamiento, tu vida espiritual, etcétera. Desde hace tiempo tal vez has buscado otras cosas para mantenerte firme cuando las cosas se sientan inestables.

Aun así, ten una conversación con tu médico. Es muy probable que la noticia de una muerte por VIH genere preocupaciones sobre tu propio futuro. Así que platica con tu médico y revisa tu plan de tratamiento. Hazle preguntas y verifica que estás haciendo todo lo posible para mantenerte saludable. Y si no es así, averigua qué cambios necesitas hacer.

La vida pasa, aunque no quieras

Tal vez es momento de reafirmar tu compromiso con tu propio cuidado. Otra lección que nos enseñan las condiciones crónicas es que no tenemos control sobre todo en la vida. Sin embargo, lo que sí puedes controlar es mantener tu propio bienestar. Esta es una oportunidad para volver a cuidarte de la mejor manera posible.

También es posible que hayas tenido un proceso de diagnóstico bastante optimista y alentador. Quizás recibiste la noticia, comenzaste tu tratamiento y tuviste disposición para iniciar esta nueva etapa. Pero conocer a alguien con tu condición que haya fallecido puede despertar sentimientos que no experimentaste cuando te diagnosticaron.

Así, una reacción tardía puede afectarte profundamente. Si es así, este es un buen momento para buscar atención de salud mental. Eso te ayudará a ordenar tus sentimientos y aprender algunas habilidades nuevas para hacer frente. No tienes por qué atravesar esto en soledad.

Recuerda que en AHF Panamá trabajamos día a día para que las personas con VIH conozcan su diagnóstico y, por ello, cuiden de su salud lo mejor posible. Si tienes un diagnóstico y aún no inicias tu tratamiento, aquí podemos ayudarte. Acércate a nuestras oficinas o escríbenos por Whatsapp y haz tu cita ya.

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