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Si sueles practicar el sexo anal, puede ser que conozcas o hayas utilizado distintos métodos de higiene para que tus encuentros sean más cómodos. La ducha anal es la herramienta más conocida para eliminar restos fecales y despreocuparse de posibles incidentes.

En primer lugar, toda aquella persona que se involucre en esta práctica debe estar consciente de que las heces pueden hacer su aparición y es totalmente normal. También es cierto que esta materia podría traer consigo algunas bacterias o microorganismos dañinos, pero utilizar condón es una manera de disminuir la posibilidad de adquirirlos, además, por supuesto, de ser el método número uno de prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS).

Pero si prefieres la ducha anal para que tu ano y recto estén preparados para una penetración de este tipo, aquí te damos algunos elementos que deberías tomar en cuenta.

¿Has oído hablar de la Shigella?

Como lo explica Medical News Today, las duchas anales consisten en que una persona enjuague su recto con agua o solución salina. Hacerse una ducha anal no es esencial, pero sí puede ayudar a que la persona se sienta más limpia y relajada durante el sexo anal y a reducir la preocupación de transferir heces a su pareja.

El hecho de reducir el contacto con heces durante el sexo anal podría ayudar a disminuir el riesgo de ciertas infecciones por bacterias y parásitos que se encuentran en la materia fecal, por ejemplo, una clase de bacterias llamadas Shigella, que provocan una enfermedad conocida como shigelosis.

La shigelosis, que provoca síntomas como fiebre aguda, dolor abdominal, sangre o pus en las heces, vómitos y náuseas, es una de las posibles consecuencias de compartir el equipo de ducha anal, o bien, los juguetes sexuales, con otra persona. Para evitarla, también es importante lavarse las manos con agua y jabón después de tocar condones usados o de manipular materiales para ducha anal.

Ducha anal, con precaución

Las duchas anales no son un requisito, pero si quieres realizarlas, toma en cuenta algunas precauciones importantes, ya que irritar o dañar el tejido rectal puede aumentar tu riesgo de adquirir ITS.

Lo primero que debes saber es que no cualquier líquido puede ser usado para una ducha anal. De hecho, el uso repetido de agua del grifo puede provocar un desequilibrio de electrolitos, lo cual podría afectar el funcionamiento adecuado del recto y el intestino.

La sustancia más segura de usar es la solución salina, que se vende en algunas farmacias. Por el contrario, nunca deberías usar alcohol, jabón, aceite de oliva ni ningún otro líquido. Usar estas sustancias puede causar daños graves y traerte importantes problemas de salud.

Utiliza dispositivos adecuados

No deberías usar cualquier herramienta para tus lavados anales. Por ejemplo, una manguera de ducha no es recomendable debido a la presión con la que podría arrojar el agua y a que una mala regulación de la temperatura podría provocarte quemaduras. Tampoco hay que utilizar dispositivos que lancen el líquido con demasiada presión dentro del recto.

Lo mejor es optar por instrumentos especialmente diseñados para la ducha anal. Uno de ellos es el enema salino prellenado (o enema Fleet), que está disponible en varios tamaños y tiene una boquilla prelubricada que evita desgarros cuando la introduces. Al contener una cantidad adecuada de líquido, no podrás exagerar en tu lavado.

El otro dispositivo recomendable es el bulbo de ducha anal, el cual se puede llenar con solución salina y tiene una boquilla de plástico reutilizable. Toma en cuenta que la boquilla es de plástico rígido, lo cual puede ser incómodo para algunas personas. En este caso, es recomendable usar lubricante para que la inserción sea más fácil.

La ducha anal no se comparte

Ya que es un dispositivo que entra en contacto con el ano y la mucosa del recto, la ducha anal es de uso individual. Evitar compartirla te ahorrará el riesgo de adquirir infecciones, tanto sexuales como bacterianas en general.

Otras precauciones importantes que deberías tomar son no usar demasiado líquido (con el que logra contener el bulbo del enema es suficiente) y no darte duchas anales con demasiada frecuencia para evitar dañar el revestimiento del recto (dos o tres días a la semana o, máximo, una vez al día).

Adicionalmente, es recomendable hacerte pruebas de ITS periódicamente para que, en caso de que haya alguna infección, se pueda tratar de manera oportuna y no pase a mayores complicaciones.

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