La ansiedad y el estrés son elementos frecuentes en la actualidad, pero eso no significa que debas aceptarlos como parte de tu vida, ya que pueden causar problemas físicos y emocionales. Si vives con VIH, el impacto del estrés puede ser aún más significativo, ya que tu organismo podría estar enfrentando otros desafíos.
Síntomas como dolores de cabeza, insomnio, palpitaciones o rigidez muscular son señales de que el estrés y la ansiedad están afectando tu cuerpo, y cuando estos síntomas persisten, pueden comprometer aún más la salud.
Cuídate del estrés crónico
El estrés crónico no sólo afecta tu bienestar emocional, sino que también puede debilitar tu sistema inmunitario, aumentando la vulnerabilidad a infecciones. Recuerda que el VIH afecta directamente el sistema de defensas del cuerpo, por lo que mantenerlo en las mejores condiciones posibles es muy importante para prevenir complicaciones y garantizar una buena calidad de vida.
Vivir con VIH puede agregar presión adicional cuando se trata de alcanzar objetivos personales o profesionales. Las metas, en vez de ser objetivos que buscas cumplir con entusiasmo, podrían verse a veces como barreras difíciles de superar, y esto puede generar ansiedad.
Se sabe que las personas con VIH pueden enfrentar sentimientos negativos como autoestigma (cierta recriminación de ti hacia ti por vivir con esta condición) o miedo al rechazo, así que si alguna vez te has sentido así, debes saber que muchas otras personas lo han sentido también.
Toda esta carga emocional podría estar saboteando tu concentración y el enfoque que necesitas para avanzar hacia tus metas.
Identifica el estrés en tu vida
El estrés puede presentarse de maneras sutiles. Tal vez te sientas más irritable, estés teniendo dificultades para concentrarte o tengas problemas para dormir. Detectar este tipo de señales es el primer paso para manejar el estrés. Detente un momento y reflexiona: ¿estás siendo demasiado exigente contigo?
La estrategia para ganar tranquilidad es establecer metas realistas y alcanzables. Ya sea que se trate de comer más saludable, de alcanzar un ascenso en el trabajo o de aprender a pintar, si formulas metas pequeñas para cumplir en el corto o mediano plazo, es mucho más probable que las alcances que si te planteas un objetivo muy grande, incluso abrumador. Además, organizar tus metas en pasos más pequeños y celebrarlos a medida que avanzas puede disminuir la presión y aumentar tu sensación de logro.
Apóyate en estas herramientas
Es importante desarrollar herramientas para manejar el estrés de forma saludable. La meditación, los ejercicios de respiración o actividades físicas simples como caminar pueden ayudarte a reducir la tensión.
Toma en cuenta que el autocuidado va más allá de los tratamientos médicos. Al pensar en tu salud, no pierdas de vista tu bienestar emocional. Busca apoyo cuando lo necesites y establece límites saludables en tu vida tanto personal como laboral.
Hablar con alguien de confianza, como amistades, familiares o profesionales de la salud, puede aliviar la carga emocional del estrés. Si sientes que la vida te sobrepasa, considera buscar apoyo psicológico. Afortunadamente, existen muchos grupos de apoyo mutuo que ofrecen servicios gratuitos o de bajo costo para personas que viven con VIH.
Que el estrés no controle tu vida
Recuerda que tus emociones, frecuentemente, se reflejan en tu cuerpo: si necesitas un descanso, tómalo. Cuidarte no es un lujo, sino una necesidad.
El manejo del estrés es una habilidad que se desarrolla con el tiempo. Aunque puede parecer difícil al principio, tomar medidas para cuidar tu salud mental y emocional puede tener un impacto muy importante y positivo en tu calidad de vida. Vivir con VIH no significa que no puedas alcanzar tus metas, sino que necesitas un enfoque equilibrado y consciente para lograrlas.
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