Llega el fin de año y con él las reuniones familiares que, si bien pueden ser momentos de convivencia y alegría, con frecuencia también son escenarios para comentarios discriminatorios o prejuiciosos sobre la sexualidad.
No falta ese incómodo momento cuando, en medio de la cena de Navidad, tu tío Nacho lanza una broma sobre la “solterona” de la familia o tu prima Edelmira cuestiona la orientación sexual de Juan porque lleva el cabello largo.
¡No te preocupes! Aquí te presentamos algunos consejos para sobrevivir a esas situaciones desagradables que te hacen desear no haber estado allí. Es importante que sepas que sí es posible transformar las reuniones familiares en espacios más respetuosos y conscientes.
En las reuniones familiares, las palabras importan
Es común que algunas personas hagan bromas o comentarios sin reflexionar sobre el impacto que pueden tener. Por ejemplo, especular sobre las “verdaderas” razones por las que alguien sigue soltero o burlarse de alguien por vestirse con ropa que “no pertenece” a su género puede parecer de lo más normal.
Muy probablemente, quien emite ese tipo de juicios siente la seguridad de que nadie en la sala vive una situación como la que está ridiculizando. Sin embargo, la realidad es que podría haber una persona (o más de una) que esté siendo directamente agraviada por los comentarios machistas, homofóbicos o misóginos, y que al observar este ambiente hostil, prefiera aislarse de su propia familia.
Responde con datos
Una vez que identifiques estas actitudes, el primer paso para contrarrestarlas es conservar la calma y organizar mentalmente tus argumentos. También recuerda que educarte lo suficiente sobre los temas es fundamental. Así, si alguien comenta que un hombre sin pareja “seguro es gay” o que las mujeres “deben casarse antes de los 30”, puedes responder con información, explicando que la orientación sexual no se define por el estado civil y que el matrimonio es una decisión totalmente personal.
A veces también pueden surgir comentarios desinformados o estigmatizantes sobre un tema tan importante como es el VIH. Si alguien menciona ideas erróneas, como que las personas que viven con VIH lo adquirieron por una “irresponsabilidad” o que el virus afecta sólo a ciertos grupos de personas, puedes aprovechar para informar. Imagínate diciendo: “tía, el virus puede afectar a cualquier persona; además, hoy en día quienes viven con VIH y reciben tratamiento pueden llevar vidas plenas, pero el estigmatizar esta condición sólo hace que las personas no se acerquen a los servicios de salud”.
Hablar abiertamente de los temas, sin exaltarte y manifestando respeto, puede ayudar a cambiar perspectivas. Si ofreces datos claros y hablas con tranquilidad, lograrás desarmar esos prejuicios sin generar confrontación.
Sexo y género en las reuniones familiares
Llega el momento de intercambiar regalos y más de uno de tus familiares se molesta porque algún niño recibe un regalo “de niña” o viceversa. Los roles de género, es decir, lo que se espera que cada persona aprenda de acuerdo con los genitales con los que nació, suelen ser un tema espinoso en las reuniones familiares.
En este caso, puedes explicar de manera sencilla que el género es una construcción social y que actualmente es importante que las personas sepan hacer labores de todo tipo, como reparar autos o lavar los trastes, sin importar si son hombres o mujeres.
O puedes intentar modificar las cosas sin mediar explicaciones. Por ejemplo, cuando llegue el momento de servir la cena, llama a todos los invitados a que participen en la tarea, de forma que los hombres no se queden sentados esperando que las mujeres repartan los alimentos. Es una dinámica cotidiana que pocas veces se cuestiona, pero que debe empezar a cambiar para repartir el trabajo de manera más equitativa.
Las polémicas sobre la diversidad sexual
Hablar de diversidad sexual en reuniones familiares puede ser una oportunidad para desmitificar ideas equivocadas y fomentar un ambiente de respeto. Es muy posible que el tema salga a la conversación, pues hoy en día las personas LGBTQ son más visibles. De esta forma, puede salir al paso el famoso comentario: “cada vez hay más (personas gays, lesbianas, trans, etc.)”.
La respuesta a esta creencia también es sencilla: las personas LGBTQ siempre han existido, pero hace no muchos años se veían obligadas a esconder su orientación sexual (o su identidad de género) debido a la violencia con la que eran tratadas. En los últimos años, la situación ha ido cambiando y estas personas podrían sentirse más seguras de vivir su vida con mayor libertad, por lo que puede generarse la falsa idea de que “hay más” que antes.
Quizás tu familia ha avanzado unos pasos y no rechaza tajantemente a las personas de la diversidad sexual, pero podrías encontrarte con otras ideas estigmatizantes como, por ejemplo, que “la bisexualidad es sólo una fase” o que es “una homosexualidad no aceptada”. Ante esto, puedes responder con datos claros: “No es una fase; es una orientación sexual legítima que muchas personas experimentan, y es importante no invalidar sus experiencias”.
Son reuniones familiares, no batallas campales
Después de todo, tu familia es un grupo con el que compartes ciertas cosas: el origen, la forma de ver la vida, los intereses; es por ello que has decidido seguir formando parte de ese núcleo social. Considerando esto, no es recomendable declarar la guerra a quienes no se han informado lo suficiente y opinan desde su desconocimiento.
Si en medio de esas reuniones familiares sientes que el ambiente no es el adecuado para profundizar o debatir ciertos temas, también es válido simplemente establecer límites. Frases como “respeto tu opinión, pero no comparto ese punto de vista” o “creo que ese tema merece más sensibilidad” pueden marcar una postura firme, pero sin entrar en conflictos innecesarios.
Romper tabúes dentro de tu grupo familiar no es tarea fácil, pero cada conversación cuenta. Este fin de año, anímate a ser un agente de cambio y podrías abrir algunas mentes que, hasta hoy, se han negado a cuestionar sus creencias.
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