“¿Para qué se hizo mujer si iba a seguir estando con mujeres?” es una de las dudas que más confusión generan al momento de hablar sobre la forma en que se relacionan las mujeres trans. Y no sólo ellas: también los hombres trans pueden interesarse en otros hombres. Pero para comprenderlo, debemos entender las diferencias entre identidad de género y orientación sexual.
Identidad de género
A pesar de lo que se cree, la sexualidad humana no solamente se expresa en el momento de las relaciones sexuales. Es por eso que se considera que los niños y niñas también tienen una sexualidad, pero ésta es totalmente diferente de la de los adultos y consiste principalmente en explorar su propio cuerpo y sus sensaciones.
Así, la amplia esfera de la sexualidad se comienza a desarrollar desde edades tempranas. En un primer momento, nos identificamos como niños o como niñas, a esto se le llama identidad de género.
Es decir, la identidad de género es la percepción que cada persona tiene de sí misma como hombre o como mujer y es independiente del sexo biológico con el que haya nacido. En muchos casos, una persona se identifica con el sexo con el que nació, a esto se le llama ser cisgénero, y en otras ocasiones, la persona siente y vive como alguien del otro sexo, a esto se le llama ser trans.
En ambos casos, la persona debería ser llamada con el género que expresa en su vida cotidiana. No importa si eres un hombre cisgénero o un hombre trans, a final de cuentas, eres un hombre en ambos casos. Lo mismo vale para las mujeres: cisgénero o trans, ambas deben ser consideradas mujeres.
Durante mucho tiempo, las personas trans preferían ocultar que habían nacido con otro sexo biológico, debido al estigma y la discriminación que solían enfrentar. Y aunque hoy en día todavía persiste este prejuicio sobre ellas, cada vez más personas trans deciden hablar públicamente de su condición, asumiéndola con dignidad y rompiendo los tabúes sobre ella.
Orientación sexual
El siguiente concepto es el de la orientación sexual. Esto se refiere a hacia quién te sientes atraído o atraída como potencial pareja sentimental y/o sexual. Para la orientación sexual hay tres principales categorías: heterosexual (si te gustan personas de género distinto al tuyo), homosexual (si te gustan las personas de tu mismo género) y bisexual (si te interesas por personas de cualquier género).
Es cierto que recientemente han empezado a surgir nuevas expresiones de la sexualidad que no encajan dentro de las categorías mencionadas. Por ejemplo, hay quienes no se catalogan como hombres ni como mujeres, y asumen una identidad no binaria, o quienes se sienten atraídos por todo tipo de personas sin importar si entran o no en un determinado género (y se reconocen como pansexuales). Sin embargo, estos conceptos abren tanto el abanico de la sexualidad que deberíamos discutirlos en un espacio aparte.
Diversas posibilidades
Volvamos a la pregunta inicial. Como vimos, la identidad de género y la orientación sexual no son lo mismo, y hay que aclarar que tampoco se condicionan una a otra.
Así llegamos al punto de que una mujer trans puede gustar emocional y sexualmente de otras mujeres (sean trans o cisgénero), y entonces estaremos frente a una mujer trans lesbiana (u “homosexual”, de acuerdo con las categorías que mencionamos antes).
Hay que saber que las mujeres trans no asumen una identidad femenina con el fin de relacionarse con hombres, pues bien podrían hacerlo siendo hombres, y serían, en ese caso, hombres homosexuales. Las mujeres trans se sienten y viven como mujeres porque así se relacionan con el mundo, y el objeto de su amor o deseo sexual es algo independiente.
Siguiendo esta lógica, las mujeres trans que sí se interesan por los hombres son llamadas mujeres trans heterosexuales. Obviamente, también hay hombres trans que quieren relacionarse con otros hombres (son hombres trans gays u homosexuales), y algunos más que quieren relacionarse con mujeres (hombres trans heterosexuales). Finalmente, tanto hombres trans como mujeres trans pueden ser bisexuales.
¿Para qué tantas etiquetas?
La necesidad humana de comprenderlo todo nos lleva a crear clasificaciones. Pareciera que nos da seguridad saber cómo actuará aquél que consideramos una amenaza por ser distinto, y esto aplica para todo tipo de prejuicios y estereotipos: creemos saber cómo actúa alguien de cierta edad, de cierto origen étnico, de cierto país, de cierta religión o de cierta postura política. Identificarlo nos hace sentir seguridad.
Pero la realidad es que todas las personas son diferentes, y que los prejuicios pueden llegar al grado de limitar los derechos de quienes, suponemos, son “raros”. Es por esto que la Organización de las Naciones Unidas estableció el 1 de marzo como el Día Internacional de la Cero Discriminación, para crear conciencia de que, independientemente de nuestras diferencias, debemos fomentar el respeto por todas y cada una de las personas, y acabar con el menosprecio de aquellos que no piensen, sientan o vivan como nosotros.
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