Contáctanos
Llama o envía un Whatsapp

Aun cuando la distribución de las primeras vacunas contra el SARS-CoV-2, virus causante de la enfermedad COVID-19, hayan aparecido en el panorama, la sensación de esperanza debe tomarse con gran cautela. Así lo reflexionó Joshua Setipa, director gerente del Banco de Tecnologías para países menos adelantados de la Organización de las Naciones Unidas.

En su reciente artículo titulado “Lecciones aprendidas sobre el VIH para luchar contra la COVID-19”, publicado en español en el diario El País, el activista, originario de Lesotho, recuerda la historia de malas decisiones políticas y dificultades de acceso que se presentó desde el inicio de la epidemia de VIH en los años ochenta, y lo compara con la actual forma de enfrentar la epidemia del nuevo coronavirus en todo el mundo.

Setipa lamenta que en muchas ciudades del planeta, los hospitales se están quedando sin oxígeno médico y las camas se están agotando. Como si esto fuera poco, los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud indican que sólo 10 países se han beneficiado con el 95% de las dosis de la vacuna que han sido administradas hasta la fecha, lo cual significa que “la distribución de la esperanza, al igual que sucede con muchos otros productos básicos de gran valor, es desigual”.

En este sentido, el autor compara la situación con la que se vivió en los primeros años del VIH, cuando las malas decisiones políticas causaron miles de muertes. Aun cuando en aquel momento, los científicos lograron desarrollar medicamentos que brindaron esperanza ante la nueva enfermedad, las malas decisiones normativas que se adoptaron provocaron que las personas más vulnerables del planeta no tuvieran acceso inmediato a esos tratamientos.

En medio de toda esa situación, esas personas desfavorecidas fueron cayendo en el olvido, y muchos países de los menos desarrollados vieron durante años perderse vidas de personas en edad plenamente productiva, muchas de ellas dentro del propio personal de salud.

Esta misma situación se está repitiendo, señala Setipa, y las consecuencias de esta importante pérdida de vidas se van a seguir sintiendo mucho tiempo después del fin de la pandemia. “¿Acaso no hemos aprendido nada de nuestros errores pasados?”, cuestiona.

Por esto, recuerda que el Banco de Tecnologías de la ONU lanzó, desde el inicio de la pandemia, la Alianza para el Acceso a la Tecnología, con el objetivo de que los países menos adelantados tengan acceso a los medios de diagnóstico, dispositivos médicos y equipo de protección. Es decir, el organismo que preside se propone ser un contacto entre fabricantes de insumos y las poblaciones que las necesitan. Sin embargo, recuerda que para concretar esas alianzas, son los gobiernos los que deben fomentar el que los productores pongan su conocimiento a disposición del bien común.

Share: