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Cada 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial del Sida para evaluar los esfuerzos que se han hecho contra la epidemia y también para recordar a quienes debido a ella se han ido. Pero este 1 de diciembre es especial, pues es la última gran fecha del 40° aniversario de la aparición de los primeros casos de sida en el mundo.

Fue en junio de 1981 cuando los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) publicaron un reporte acerca de cinco casos de un extraño cuadro de neumonía en hombres jóvenes de entre 29 y 36 años. La edad de los afectados y el conjunto de infecciones que acompañaban a la enfermedad eran elementos que nunca coincidían, así que el personal científico estaba algo desconcertado.

En aquel momento también se registró, por voz de los jóvenes en cuestión, que todos ellos mantenían relaciones sexuales con otros hombres. Esto sugirió desde el inicio que la actividad sexual podía tener un papel en aquella enfermedad.

Como sólo se trataba de cinco casos, el reporte no causó mucho revuelo en la comunidad médica, excepto en aquella que atendía personas de las ciudades de San Francisco y Nueva York. Ahí, cada vez más varones homosexuales enfermaban de la misma forma, y los casos se multiplicaron en pocos meses.

Un desafío totalmente nuevo

El cuadro descrito por los CDC no sólo era inusual por su presentación ni por su rápida expansión, sino que también acababa con la vida de las personas en cuestión de pocos meses. Esto comenzó a encender alertas rojas en las comunidades de homosexuales, que estaban en pleno auge de la liberación sexual impulsada por los disturbios de Stonewall en 1969.

Al cabo de un tiempo, la comunidad médica descubrió que era una marcada falla en el sistema inmunológico lo que provocaba que tantas infecciones oportunistas se establecieran al mismo tiempo. Además, por la población a la que había afectado inicialmente, se le dio el primer nombre de Inmunodeficiencia Relacionada con los Gays.

En un principio no se destinó mucho dinero para la investigación, puesto que era visto como un “problema de homosexuales” y sobra decir que esta población no era relevante para el gobierno estadunidense de la época (encabezado por el republicano Ronald Reagan).

En contraste, investigadores del Instituto Pasteur de Francia, liderados por la viróloga Francoise Barré-Sinoussi y su colega Luc Montagnier trabajaron con muestras de sangre enviadas desde estados Unidos, y lograron, en 1983, determinar que el cuadro era causado por el virus de la inmunodeficiencia humana o VIH. De esta manera se pudo conformar el nombre oficial de la enfermedad causada por el nuevo virus: síndrome de inmunodeficiencia adquirida o sida.

Y al comenzar a estudiar el virus, los científicos se dieron cuenta de que mutaba rápidamente dentro del cuerpo, por lo que empezó una carrera por encontrar un tratamiento y/o una vacuna que pudiera detenerlo. Hoy, 40 años después, sabemos que ha sido un camino cuesta arriba, más de lo que la humanidad imaginaba en ese momento.

Un virus que cambió al mundo

Tuvieron que pasar 15 años desde los primeros casos para que el doctor David Ho y su equipo desarrollaran la primera terapia efectiva que lograba, por fin, salvar las vidas de las personas que vivían con VIH e incluso revertir el sida en aquellas que lo habían desarrollado.

El mundo ya había visto morir por los estragos de la epidemia a grandes estrellas de la farándula, como el actor Rock Hudson y el cantante Freddy Mercury, así como figuras del mundo del arte y el pensamiento como el bailarín Rudolf Nureyev y el filósofo Michel Foucault.

Sin embargo, en aquel 1996, la esperanza nacía para miles y miles de personas con el virus en todo el mundo, y que hasta ese momento sólo contaban con unos pocos tratamientos que eran tan agresivos que deterioraban su salud general y sólo extendían la vida algunos meses. La terapia antirretroviral anunciada en ese año dio un giro total a la última gran epidemia del siglo XX.

Mientras tanto, la discusión se había abierto. El VIH obligó al mundo a hablar de sexualidad, de orientación sexual, de condón, de uso de drogas inyectadas y del gran mercado en que se había convertido la venta de sangre. El fenómeno creció tanto que fue imposible ignorarlo, aunque muchas naciones hicieron lo posible por desviar la mirada.

En todas partes del globo se criminalizó a quienes vivían con VIH, se intentó aislarles, se les estigmatizó, discriminó y repudió. Se les culpó por una infección que habían adquirido por actividades consideradas “inmorales”, pero todo eso también hizo florecer una red de apoyo y solidaridad. El cuidado de las personas quedó en manos de otras como ellas, de sus amigos y de extraños que deseaban ayudar a paliar el dolor

Se creó a la par un fuerte activismo. Las personas con VIH no tenían nada que perder y sí mucho que ganar, por lo que fue la sociedad civil organizada la que presionó, primero, para que se hablara del tema en las altas esferas, y segundo, para que los tratamientos ya existentes estuvieran disponibles para tantas personas como fuera posible, de manera asequible y segura.

Los retos por venir

A 40 años de convivir con el VIH, los retos pendientes todavía son muchos. El estigma que aún pesa sobre quienes tienen el virus hace difícil que las personas se hagan pruebas de detección. Pero hay que recordar que la detección temprana permite también un tratamiento temprano, y éste evita el debilitamiento del sistema inmunológico y, por lo tanto, evita el desarrollo del sida.

Por otro lado, quienes ya tienen su diagnóstico y necesitan comenzar su tratamiento antirretroviral se encuentran con obstáculos burocráticos o con desabasto de medicamentos, situación que se ha agravado a raíz de la actual pandemia de coronavirus, que ha recortado los presupuestos destinados a atender el VIH.

El tratamiento antirretroviral debe tomarse de inmediato y de por vida, por lo que el abasto de medicamentos es indispensable para que las personas con VIH mantengan la mejor salud posible durante el mayor tiempo posible.

Un gran reto es no bajar el ritmo. El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA) se ha planteado el objetivo de poner fin al sida como amenaza para la salud mundial en 2030, y para ello es necesario seguir realizando acciones para prevenir las nuevas infecciones y atender a quienes ya viven con el virus. Con los tratamientos y estrategias disponibles hoy, es posible lograrlo.

DUDA: ¿Es posible replicar o ligar este gráfico de ONUSIDA? Está interesante y más amplio de lo que puede caber en el texto https://www.unaids.org/es/resources/infographics/40-years-of-the-AIDS-response 

En AHF Panamá trabajamos por una atención de calidad en VIH. Si buscas condones o pruebas de detección gratis, escríbenos por Whatsapp y te ayudaremos.

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