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Un grupo de investigadores desarrolló una nueva técnica, no invasiva, para encontrar los lugares fuera del torrente sanguíneo donde se oculta el VIH, llamados reservorios virales.

La técnica se compone de la combinación de dos elementos: la obtención de imagen por resonancia magnética y el suministro de anticuerpos monoclonales marcados radioactivamente.

De esta forma, los investigadores estadounidenses lograron identificar reservorios no sólo en los intestinos y los nódulos linfáticos, donde ya se sabía que estaban, sino que también encontraron en la nariz y en la médula ósea, según lo informó el Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt-VIH).

¿Qué son los reservorios?

Una de las principales razones por las cuales no se ha desarrollado una cura para el VIH es porque, aunque se logre controlar la infección con los medicamentos, al grado de tener cantidades mínimas de virus en la sangre, todavía existen lugares del organismo donde miles de virus permanecen latentes. Estos lugares son llamados reservorios.

Si se suspendiera el tratamiento antirretroviral, los virus en los reservorios podrían “despertar” y volver a replicarse rápidamente. Se suele decir que los reservorios son “escondites” porque, como el VIH que está en ellos no tiene actividad, es difícil localizarlo.

Encontrar los reservorios ha sido uno de los grandes objetivos de la comunidad científica, ya que esto le permitiría diseñar tratamientos que los eliminen y así se podría acabar con la infección. Además, hasta el momento se han usado sólo técnicas invasivas, como la biopsia, para conseguir este objetivo.

Una nueva estrategia

Para el mencionado estudio, publicado en la revista médica Nature Communications, los investigadores combinaron la técnica de resonancia magnética y unos anticuerpos monoclonales capaces de unirse al VIH, llamados VRC01, a los cuales les fijaron un marcador radioactivo.

Así, el anticuerpo se uniría al VIH y emitiría radiación, lo que permitiría, mediante la resonancia magnética, encontrar los reservorios virales. El marcador radioactivo utilizado fue el zirconio 89, que tiene una vida media de 72 horas en el organismo, lo cual fue una dosis segura para los participantes.

En el estudio participaron 15 personas en total: cinco de ellas vivían con VIH y tenían una carga viral indetectable (mínima cantidad de virus en la sangre); cinco más tenían VIH pero su carga viral detectable y cinco personas no tenían VIH. Todas las personas recibieron una inyección con el anticuerpo marcado radioactivamente y se sometieron a resonancia magnética a las 2, 6, 24 y 72 horas de haber recibido la inyección.

Los resultados

En primer lugar, se analizaron los ganglios linfáticos de las ingles, un reservorio viral ya conocido. En las personas con VIH y carga viral detectable, la presencia máxima del marcador radioactivo fue más de tres veces mayor al observado en el grupo de quienes no tenían VIH.

Para el caso de personas con VIH con carga viral indetectable, la presencia máxima del marcador radioactivo fue similar al grupo sin VIH, pero la presencia promedio de dicho marcador fue dos veces más alta en personas con VIH indetectable que en personas sin VIH.

En otros reservorios conocidos, como los ganglios linfáticos de las axilas, el intestino delgado y el colon, se observó la misma tendencia de mayor presencia de marcador radioactivo entre las personas con VIH detectable que en quienes no tenían VIH.

Por otro lado, la presencia del marcador reveló que también existen reservorios virales en partes de la nariz y en la médula ósea del fémur y de la cadera.

Un dato interesante es que, a pesar de que el cerebro es un área donde es bien sabido que hay reservorios virales, en este estudio no se registró presencia de marcador radioactivo en el cerebro de ninguno de los participantes. Los autores creen que esto puede deberse a que el marcador utilizado no logró atravesar la barrera hematoencefálica, es decir, la barrera que bloquea el paso de la sangre que circula por los vasos sanguíneos hacia el tejido del cerebro.

A pesar de estas particularidades y de la escasa cantidad de participantes, los autores consideran que su estudio demuestra la utilidad de una técnica no invasiva capaz de detectar los reservorios virales. Esto abre la pauta para seguir el camino hacia una posible cura o incluso para el desarrollo de nuevos medicamentos.

El VIH es una infección compleja, pero su manejo es perfectamente posible. Si tienes dudas sobre tu estado serológico, en AHF Panamá realizamos pruebas de detección gratuitas. Sólo acércate a nuestras oficinas o escríbenos por Whatsapp y haz tu cita hoy.

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