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Nazik Armenakyan es una fotógrafa que pasó más de cuatro años explorando el área rural de Armenia para conocer las historias de mujeres que viven con el VIH. A través de su trabajo, percibió una profunda sensación de injusticia al conocer que algunas mujeres descubren su diagnóstico solo cuando quedan embarazadas y van al hospital, y se cuestiona cómo esto puede suceder en el siglo XXI.

Con estas historias realizó el ensayo fotográfico “Rojo, negro, blanco”, que fue exhibido en diciembre en el museo Giotto de Ereván, la capital de Armenia. En él se cuentan vivencias de las mujeres, cuyos esposos recurren al único medio de sustento que tienen: migrar a Rusia a realizar trabajos temporales.

El impacto de la migración

Como lo explica el diario español El país, ni la guerra en Ucrania ni las sanciones a Rusia han detenido a los más de 80,000 armenios que viajan a Rusia cada año para realizar trabajar, lo que representa un 5% del PIB del país.

La magnitud de esta migración es tal que hay pueblos enteros en Armenia que se quedan sin hombres durante parte del año, según señala Armenakyan. En algunas regiones rurales del país, ir a trabajar a Rusia ha sido durante mucho tiempo la única forma de mantener a la familia. Sin embargo, algunos de estos trabajadores migrantes mantienen relaciones sexuales sin protección, adquieren el VIH y lo transmiten a sus esposas cuando regresan a casa.

Armenakyan califica esta situación como un drama. Es un ciclo destructivo en el que la falta de información y la vulnerabilidad en la que se encuentran estos trabajadores se combinan. Un informe de 2019 sobre tuberculosis y VIH entre migrantes de Armenia, Azerbaiyán y Georgia, llevado a cabo por la Organización Internacional para las Migraciones de Naciones Unidas, destacó que el estigma era una de las razones por las que estos migrantes no se sometían a pruebas de detección.

Un tema del que hay que hablar

Nazik Armenakyan explica que descubrió este tema por casualidad en 2014, durante una conversación con una amiga. Por mucho tiempo, reflexionó sobre cómo abordar el tema sin exponer a las personas afectadas. “No podía mostrar sus rostros para que su entorno no las reconociera, sin embargo, había que hablar de ello”, comenta.

Para su trabajo, se puso en contacto con Real World, Real People, una organización civil armenia establecida por médicos y personas afectadas por el VIH en 2003. Allí, recibió información detallada y estadísticas sobre el tema. “Y, cuando vieron que era alguien que realmente estaba interesada, me presentaron a algunas mujeres con VIH”, explica. “En Armenia aún existían muchos prejuicios respecto al VIH, por las imágenes que habíamos visto en los años noventa”, recuerda.

Sin embargo, señala que estas mujeres eran simplemente ciudadanas armenias comunes y corrientes. Algunas de ellas tenían una única pareja, se habían casado jóvenes, se habían mudado con sus suegros y se ocupaban de sus hijos.

Imágenes que resuenan

El trabajo de Armenakyan es una serie de diez retratos y varios bodegones. Cada elemento tenía un significado cuidadosamente seleccionado. Por ejemplo, las manzanas rojas, que en Armenia simbolizan la virginidad de la novia y suelen ser presentadas por las familias en el día de la boda. También, una mesa roja, que parece un objeto común pero que forma parte de la vida cotidiana de cada mujer armenia, donde se realizan muchas actividades. Sin embargo, también hace alusión a una mesa de sacrificio, ya que muchas mujeres, al enterarse de que viven con VIH, sienten que no tienen más opciones y, a pesar de enfrentar violencia, deciden quedarse.

Según Armenakyan, esta es una historia con múltiples capas que incluyen la falta de educación y prevención, la falta de oportunidades, el tabú en torno a la sexualidad de las mujeres, la vergüenza y la violencia machista.

Cuando la obra de Armenakyan se presentó en Ereván en diciembre, muchos estudiantes asistieron a la exposición e hicieron numerosas preguntas. “Cuando llegue el momento, recordarán estas imágenes y quizás cambien un poco las cosas, porque si una imagen es capaz de conmoverte, vivirás con ella, esa es la capacidad que tiene la fotografía y el arte” concluye.Recuerda que el estigma y la discriminación dificultan el acceso de las personas a los servicios de VIH. En AHF Panamá brindamos estos servicios libres de prejuicios. Si quieres hacerte una prueba de VIH gratuita, escríbenos por Whatsapp y haz tu cita hoy.

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