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Al estar a punto de cumplirse el plazo fijado para el cumplimiento de las llamadas metas 90-90-90, y ya que éstas no llegaron a alcanzarse, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) llamó a las naciones a fijarse nuevas metas para cumplir en 2025.

Las metas 90-90-90 consistían en lograr que 90% de las personas con VIH conocieran su diagnóstico, 90% de ellas recibieran tratamiento antirretroviral y 90% de las personas en tratamiento alcanzaran una carga viral indetectable (una cantidad de virus tan baja en la sangre que las pruebas disponibles no son capaces de contabilizarla).

Ya en su informe de mitad de año, ONUSIDA había dejado saber que tales metas no podrían cumplirse, en parte debido a progresos profundamente desiguales entre y dentro de los países, pero también a causa de la emergencia sanitaria generada por la pandemia de COVID-19.

Ante esto, el informe más reciente de la instancia internacional, publicado en vísperas del Día Mundial del Sida (1 de diciembre), pide a los países que adopten un nuevo conjunto de objetivos para el VIH audaces y ambiciosos, pero alcanzables.

“Si logramos hacer realidad dichos objetivos, el mundo volverá de nuevo a la senda de lo programado para poner fin al sida como amenaza para la salud pública para 2030”, declaró ONUSIDA en un comunicado de prensa.

Los nuevos objetivos plantean, en primer lugar, lograr una cobertura de 95% en los servicios relacionados con el VIH para cada subpoblación que ya tiene el virus o enfrenta mayores riesgos de adquirirlo. Este enfoque centrado en las personas permitirá ocuparse especialmente de las zonas clave, para así lograr “estar más preparados para controlar las epidemias que las afectan”.

Los objetivos para 2025 también prevén asegurar un entorno propicio para que la respuesta al VIH sea eficaz, esto mediante el logro de que menos de 10% de los países del mundo tengan leyes y políticas que castiguen a las personas con VIH, que menos de 10% de las personas que tienen el virus sufran estigma y discriminación, y que menos de 10% sea víctima de la desigualdad de género.

A manera de reflexión, ONUSIDA señala que las insuficientes inversiones y acciones tanto en VIH como en otras pandemias fueron las que dejaron el mundo expuesto a la COVID-19. “Si los sistemas sanitarios y las redes de seguridad social hubieran sido más fuertes, el mundo habría estado en una mejor posición para enfrentar la propagación” del nuevo coronavirus. Y en especial, se ha observado que los programas de VIH “deben estar plenamente financiados, tanto en tiempos de holgura económica como en momentos de crisis”.

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