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Los ARV de acción prolongada, es decir, los antirretrovirales que se administran cada dos o seis meses, deberían ser tomados en cuenta y aprovechados para el tratamiento y la prevención del VIH, señalaron diversas organizaciones médicas internacionales en un documento de consenso.

La Academia Estadounidense de Medicina del VIH, el Colegio Estadounidense de Farmacia Clínica, la Red Canadiense de Farmacéuticos Especializados en VIH y Hepatitis Virales, la Sociedad Clínica Europea del Sida y la Sociedad de Farmacéuticos de Enfermedades Infecciosas publicaron una serie de recomendaciones sobre el uso de ARV de acción prolongada para tratar y prevenir la infección por VIH.

¿Qué son los ARV de acción prolongada?

En general, los medicamentos de acción prolongada son fármacos diseñados para liberar su principio activo de forma gradual y constante en el cuerpo, lo cual permite que sus efectos duren más tiempo con una sola dosis. Esto significa que, en lugar de tener que tomar el medicamento diariamente, las personas pueden recibir una dosis que puede durar semanas o incluso meses.

Por esto, los fármacos de acción prolongada son más convenientes y ayudan al mejor cumplimiento del tratamiento, además de que ofrecen una mayor estabilidad en los niveles del medicamento en el cuerpo, lo cual es especialmente beneficioso para tratar condiciones crónicas como el VIH.

Actualmente, existen cinco ARV de acción prolongada que sólo están disponibles en un número limitado de países, y se utilizan tanto para el tratamiento como para la prevención del VIH: cabotegravir, rilpivirina, lenacapavir, ibalizumab y dapivirina.

Cuando una persona ha sido diagnosticada con VIH, recibir tratamiento con alguno de estos medicamentos le permite disminuir la replicación del virus en su organismo, llegando a niveles indetectables. Esto mejora su estado de salud y su calidad de vida, además de que impide que transmita el virus a otras personas.

Por otro lado, los ARV también pueden usarse como tratamiento preventivo. Cuando alguien que no tiene VIH los recibe regularmente, disminuyen drásticamente sus posibilidades de adquirir el VIH.

Recomendaciones basadas en evidencia

De acuerdo con el documento de consenso, publicado en el número de julio de la revista médica Pharmacotherapy, comenzar a usar estos antirretrovirales en la práctica clínica diaria requiere cambios significativos en el marco actual de prevención, tratamiento y prestación de servicios de VIH.

Las asociaciones firmantes reconocen que el manejo de estos ARV de acción prolongada puede ser complejo debido a su novedad, por lo que emitieron recomendaciones para utilizarlos de manera segura y óptima.

El consenso justifica detalladamente cada recomendación, según describe el Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt-VIH). Las recomendaciones están clasificadas por su consistencia y calidad de evidencia, utilizando un sistema de código alfanumérico: las letras indican las principales categorías y los números subcategorías dentro de cada letra. Por ejemplo, la categoría A denota una alta consistencia y calidad de evidencia, la B una consistencia y calidad moderadas, la C una baja consistencia y calidad, y la D una muy baja consistencia y calidad. Dentro de cada categoría, los números 1 y 2 establecen subcategorías de calidad descendente.

Así, el gTt-VIH se dio a la tarea de seleccionar algunas de las recomendaciones con mayor consistencia y calidad de evidencia, es decir, las clasificadas como A1.

Punto de partida

En primer lugar, se sugiere el uso de cabotegravir y rilpivirina de acción prolongada, que se administran con una inyección intramuscular cada dos meses, para tratar a personas con VIH que han alcanzado el control del virus con tratamiento oral, y que no presenten virus resistentes a estos medicamentos.

Para las personas que reciben estos dos fármacos y experimentan fracaso de tratamiento o surgimiento de resistencias, se recomienda cambiar el tratamiento del VIH lo antes posible para evitar la acumulación de mutaciones resistentes.

Al mismo tiempo, el panel de expertos desaconseja el uso rutinario de cabotegravir y rilpivirina en personas con antecedentes de fracaso del tratamiento o con resistencia a alguno de estos fármacos.

En cuanto al tratamiento preventivo (conocido como PrEP) del VIH, los firmantes recomiendan cabotegravir inyectable como una opción para las personas sin VIH. También sugieren el anillo vaginal con el fármaco dapivirina para mujeres cuando no tengan al alcance otras estrategias más efectivas de PrEP (oral o inyectable), o si el anillo vaginal es el método preferido por ellas.

Según la publicación, las recomendaciones pueden servir como base para actualizar las políticas de salud y las guías de práctica clínica sobre tratamiento y prevención del VIH con antirretrovirales de acción prolongada.

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