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El chismorreo en torno a las personas con VIH contribuye a perpetuar el estigma social que rodea a la infección, además de que puede provocar que estas personas no busquen los servicios de salud que requieren, por miedo a las habladurías.

Así lo reveló un estudio de la Universidad John Hopkins, de Estados Unidos, en el cual se entrevistó a 85 personas con y sin VIH que acudían a un hospital en la ciudad de Gaborone, la capital de Botswana. Mientras 45 participantes tenían un diagnóstico de VIH, las otras 39 desconocían su estatus respecto a la infección, es decir, no estaban seguros de tener o no el virus.

Roles y etiquetas

La investigación, retomada por el portal web Aidsmap.com, menciona que en Botswana, como en muchas partes del mundo, el chismorreo acerca del estatus de VIH de una persona suele comenzar cuando se observan características comúnmente asociadas con la infección; la más evidente de ellas es acudir a una clínica donde se atiende esta condición, o bien, tomar medicamentos antirretrovirales.

El problema de ser visto en esas circunstancias es que la persona es etiquetada como alguien que vive con VIH, y esto provoca que se le atribuyan cualidades negativas derivadas del estigma.

Por ejemplo, en Botswana, el estatus social de las mujeres está relacionado con ser madres cuya principal tarea es cuidar de su familia, lo que las hace ser respetadas. Una mujer con VIH es vista como alguien que ha fallado en estos roles debido a, por ejemplo, “ser promiscua”.

En el caso de los hombres, su estatus social se vincula con ser proveedores de sus familias, para lo cual deben tener un empleo, pero al vivir con el VIH se cree que no cumplen con su rol porque se asume que no son capaces de trabajar.

Así, los chismorreos sobre la infección por VIH de una persona la etiquetan, la estigmatizan y socavan su estatus en la sociedad.

Consecuencias psicosociales

Los participantes con VIH en el estudio calificaron el chismorreo sobre su condición como especialmente estresante, a diferencia de lo que sería si ellos hubieran decidido hablar sobre su propio estatus. Esto porque los chismes les quitan el control sobre quién se entera de su situación de salud.

En consecuencia, los entrevistados afirman que las personas con VIH enfrentan rechazo de potenciales parejas románticas, exclusión de la comunidad, pérdida de oportunidades de trabajo –por ejemplo, la gente evita hacer negocios con ellos o comprarles cosas– e incluso repudio a convivir físicamente con ellos.

Además, varios participantes consideraron que las personas que viven con VIH tienden a aislarse para así evitar el chismorreo.

Consecuencias para la salud

Las entrevistas también revelaron que muchas personas evitarán hacerse una prueba de detección del VIH, sin importar lo grande que sea la sospecha de tener el virus, debido a que temen inspirar chismorreos a su alrededor.

Para quienes ya han recibido un diagnóstico de VIH, es muy probable que no acudan a su seguimiento médico ni tengan buena adherencia al tratamiento porque les preocupa más no ser vistos en las clínicas especializadas que llevar un control adecuado de la infección.

Esta carga de estigma es muy fuerte porque los chismes no sólo giran en torno al estatus de VIH de una persona, sino que también especulan cómo esta persona vivía su vida y qué hizo para contraer la infección.

Reducir el impacto es posible

A pesar del panorama desalentador, algunos participantes identificaron estrategias para combatir y desalentar el estigma. La primera es que las personas con VIH se mantengan tan saludables que su aspecto físico sea igual al estereotipo de aquellas personas que no tienen el VIH.

Así, los entrevistados sugirieron que quienes viven con VIH reciban la atención médica adecuada y se apeguen tan bien a su tratamiento que las demás personas no puedan especular sobre su condición.

Otra posibilidad es que la persona con VIH acepte ante su círculo cercano que vive con el virus, de modo que libere ese “secreto” y que los chismes le afecten menos. Aquellas personas con quienes se comparte la noticia pueden brindar apoyo y, además, ser menos propensas a chismorrear sobre quien confió en ellas comunicarlo.

Finalmente, los líderes comunitarios y el personal de salud también pueden combatir activamente el estigma brindando información científica y veraz sobre la infección, la cual es capaz de desmentir las especulaciones y estereotipos que giran en torno al virus.

Recuerda que, cuando hablamos de VIH, saber siempre es mejor. Si quieres hacerte una prueba de detección gratuita, acércate a AHF Panamá y conoce tu estatus. Puedes escribirnos por Whatsapp y hacer una cita hoy.

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