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En el mundo existen 82 países que penalizan la transmisión del VIH, el “exponer” a una persona al virus o el no divulgar el propio estatus serológico, de acuerdo con datos del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA).

Hasta ahora, las acciones penales se basan, mayormente, en el testimonio de los involucrados sobre si hubo o no “intención” de exponer al virus a una persona que no lo tiene, ya sea al tener relaciones sexuales desprotegidas o a no comunicar un resultado positivo a alguna prueba de detección del VIH.

Sin embargo, ha surgido una nueva herramienta que puede representar un riesgo en el tema penal, aunque su origen se generó en el ámbito médico y su objetivo sea (según se ha dicho) frenar la epidemia de VIH en ciertos grupos.

La llamada vigilancia molecular del VIH consiste en tomar muestras de VIH y secuenciarlas (básicamente, “desmenuzarlas”) en sus más pequeños componentes para buscar similitudes estructurales en las muestras de VIH de una cierta comunidad, vecindario o ciudad, explica el periodista Tim Murphy para el portal Thebody.com.

Al observar cómo el VIH muta de pequeñas formas de una persona a la siguiente, las y los científicos pueden identificar posibles patrones de transmisión que, teóricamente, pueden llevarlos a cierta comunidad, por ejemplo, personas que usan drogas o que se dedican a l trabajo sexual, para tratar de detener la transmisión.

Es en cierto modo comparable al “rastreo de contactos”, es decir, llamar a los contactos de cierta persona que pudieran haber estado expuestos al VIH, para instarlos a que se hagan una prueba, pero en este caso, no se necesitaría hablar con nadie, pues se contaría con evidencia molecular de un cierto patrón de transmisión: A le transmitió el VIH a B, quien se lo transmitió a C y D, quienes a su vez lo transmitieron a E, F y G, y así sucesivamente.

Desde un punto de vista estrictamente científico y de salud pública, suena muy bien. Sin embargo, contando la cantidad de legislaciones que criminalizan de alguna forma el VIH (incluso en casos como no revelar el estatus serológico aunque la carga viral sea indetectable, lo que hace prácticamente imposible transmitir el virus), esta técnica podría llegar a usarse en casos judiciales.

En California, el vicepresidente de la Asamblea de Personas que viven con VIH de Estados Unidos, Andrew Spieldenner, alertó sobre el tema, y resaltó que las personas con VIH conocen el costo de no tener control sobres sus datos, “de que nuestros cuerpos sean usados para la investigación, y tenemos el derecho a tener control sobre eso”. Esto porque se teme que las muestras destinadas a la vigilancia molecular sean las que ya se han obtenido para otros estudios de VIH, y que puedan ser usadas sin el consentimiento informado de las personas que las entregaron para otros fines, como el determinar la mejor terapia antirretroviral para ellas.