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Una nueva estrategia contra el VIH, que se basa en una técnica de edición genética, mostró sus primeros resultados exitosos al eliminar la infección por el virus en 58% de los roedores incluidos en la investigación.

El primer reporte sobre esta terapia fue publicado el primer día de mayo en la revista científica PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences), que semanalmente difunde las investigaciones realizadas por integrantes de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

Inspiración en otro hallazgo

Los investigadores principales del estudio, el neurocientífico y microbiólogo Kamel Khalili y el neuroinmunólogo e infectólogo Howard Gendelman, partieron de los casos de las primeras personas en el mundo que lograron ser curadas de la infección por VIH. Los científicos observaron que todas ellas cumplían dos condiciones, reportó el diario español El correo.

La primera condición es que recibieron un trasplante de médula ósea, el cual, en todos los casos, buscaba curar las distintas formas de leucemia que padecían. La segunda condición es que quienes donaron la médula ósea tenían una mutación genética que provoca la ausencia del receptor CCR5, una proteína que se expresa en la superficie de las células inmunológicas y que el VIH usa para anclarse a ellas e infectarlas.

De este modo, se ha comprobado en varios casos que, al recibir una “nueva” médula ósea que produce células inmunológicas que no tienen el receptor CCR5, las personas con VIH se libran de la infección, pues el virus se queda sin una forma de infectar a las células de defensa del cuerpo, por lo que no puede reproducirse y al cabo de algunos meses, no se encuentran virus en el organismo, aun cuando la persona deje de tomar antirretrovirales.

Intervención en los genes

Ya que el trasplante de médula ósea es un procedimiento muy riesgoso y que incluso es la última opción para las personas afectadas por un cáncer en la sangre, la comunidad científica ha recalcado que esta no es una solución para la mayoría de quienes viven con VIH, pues el riesgo que implica es mucho mayor que el beneficio que puede aportar. Esto partiendo del hecho de que, hoy en día, el tratamiento antirretroviral es muy eficaz en controlar la infección y extender el tiempo y la calidad de vida de las personas con el virus.

Además, se calcula que sólo el 1% de la población de todo el planeta es portadora de la mutación genética de la proteína CCR5, lo cual reduce drásticamente las posibilidades de trasplante, pues hay que recordar que se requiere que exista compatibilidad entre donantes y receptores de médula ósea.

Ante este panorama, los investigadores Khalili y Gendelman plantearon un experimento utilizando la tecnología de edición de genes conocida como CRISP, la cual permite “cortar” el genoma y “editarlo” conforme a lo que se necesite. Por esto, han sido llamadas también unas “tijeras moleculares”.

Los científicos decidieron usar esa tecnología para desactivar (o “cortar”) el gen que produce la CCR5 en ratones de laboratorio infectados con el VIH, los cuales además estarían recibiendo tratamiento antirretroviral. Si al suspender los fármacos antirretrovirales, el VIH volvía a subir sus niveles en la sangre, significaría que la infección seguía su curso natural (como sucede en seres humanos bajo las mismas condiciones).

Sin embargo, luego del experimento, observaron que el 58% de los ratones se habían librado del virus, al no observarse presencia de él en las mediciones en sangre realizadas a 11 semanas de haber suspendido el tratamiento.

Éxito con reservas

Aunque los autores calificaron los resultados de su estudio como “espectaculares”, estos datos también significan que 48% de los ratones no fueron “curados” del VIH. Esto implica que hay que tomar los resultados con precaución, pues todavía no se puede decir que se han sentado las bases para acabar definitivamente con el VIH.

Por lo pronto, los investigadores confirmaron que el receptor CCR5 sí juega un papel importante en el desarrollo de la infección por VIH, pero saben que deben seguir sus estudios. Esto planean hacerlo en una siguiente etapa en primates no humanos, es decir, simios, para descubrir cuáles son los efectos en esos animales, más parecidos a los humanos.

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