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Sexo: cuatro letras que nos aceleran el pulso y nos ponen a volar la imaginación. En realidad, eso que imaginamos al oírlas en realidad se llama “relaciones sexuales”, pero es más largo y la ley del menor esfuerzo dicta que nos quedemos con la palabra más corta.

¿En qué piensas cuando dicen “sexo”?

Y cuando imaginamos el sexo, ¿en qué pensamos? ¿Besos, caricias, penetración? ¿Sexo oral, orgasmo, orgasmos (en plural)? Seguramente vienen a la mente todas estas sensaciones placenteras, que son tan intensas que muchas veces no dejan lugar a ideas más serias, como evitar la transmisión del VIH.

Muchos anuncios nos dicen “Cuídate”, “Protégete”, “Usa condón”, pero no siempre estamos en disposición de escucharlos. Tal vez sería mejor si fueran más específicos. Todo es más fácil cuando se tiene un tutorial que consultar.

Eso puede ser esta miniguía de sexo más seguro: un tutorial, una serie de recomendaciones que nos llevarán a mantenernos libres de VIH y a esclarecer todas esas dudas que siguen en el aire sobre la forma en que el virus se puede transmitir o no.

¿Cómo se transmite el VIH?

Lo primero es saber que el VIH es un virus que se transmite por medios muy específicos, que son: sangre, fluidos sexuales (genitales) y leche materna. No hay más. Ni la saliva, ni el sudor, ni las lágrimas, ni la orina o las heces pueden transmitir el virus. Sabiendo esto, podemos evaluar las posibilidades reales de entrar en contacto con él.

Así, las actividades de más riesgo para adquirir o transmitir el VIH son aquellas donde los fluidos sexuales (como el semen o los fluidos vaginales), la sangre (o la leche materna) se intercambian. El mayor riesgo existe cuando estos fluidos entran en contacto con las mucosas, es decir, los tejidos blandos y húmedos del cuerpo (como la boca, la vagina, el ano o la uretra del hombre), pues se trata de tejidos que pueden lastimarse fácilmente con heridas que no se pueden percibir a simple vista. Esto abre una puerta de entrada del virus al cuerpo.

Si a esto le sumamos la actividad vigorosa de, por ejemplo, una penetración, las microlesiones son más posibles, y también es importante recordar que los fluidos genitales están presentes antes, durante y después del orgasmo, tanto en hombres como en mujeres, así que no es útil, por ejemplo, retirar el pene antes de la eyaculación, pues puede haberse liberado fluido lubricante desde mucho antes. Así lo explica la InfoRed SIDA, un proyecto de comunicación que lleva 22 años brindando información confiable sobre el VIH y el sida en varios idiomas.

¿Qué pasa con el sexo oral?

En el caso del sexo oral, el riesgo de adquirir el VIH es bajo, pero hay que recordar que quien lo esté practicando no debe tener lesiones en las encías o el resto de la boca, pues por ahí podría entrar el virus.

¿Cuál es la solución?

Lo mejor para disminuir el riesgo de intercambiar fluidos es usar condón, ya sea el masculino o el femenino; este último se puede utilizar en la penetración vaginal pero también en la anal. Es importante no usar ambos condones al mismo tiempo, ni dos condones masculinos uno sobre otro, pues esto los hace muy propensos a romperse. Para facilitar y hacer más placentera la penetración, un lubricante a base de agua siempre ayudará.

Y una actividad de menos riesgo pero igualmente placentera puede ser la masturbación mutua. Siempre y cuando la piel esté libre de heridas abiertas, se puede incluso entrar en contacto con fluidos sexuales sin exponerse a una infección.

Ahora que ya sabes cuáles son las prácticas de más y menos riesgo para el VIH, ¿cuál vas a probar primero?

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