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Todo lo que vemos en los medios nos grita “sexo”, pero parece que nadie quiere hablar en serio de él. El tema se explota en el cine, en la música, en la moda y en la publicidad. Pareciera que todas las personas deben estar dispuestas y abiertas al sexo para encajar de manera correcta.

Claro que esos mensajes también sugieren sutilmente los roles que deben jugar hombres y mujeres. Mientras, por un lado, se espera que ellos estén siempre deseosos y dispuestos para la intimidad sexual, las mujeres pueden dividirse en dos grandes categorías: las que están siempre dispuestas y que serán etiquetadas de forma negativa (“no pueden ser tomadas en serio”) o las que están dispuestas solamente para aquel hombre a quien aman (“se entregan por amor”).

Además, en este discurso sólo muy recientemente se está abriendo el espacio para las personas que gustan de otras de su mismo sexo, y el no encajar en los estereotipos también puede afectar su concepto de sí mismas y la forma en que otras personas las miran.

En fin, todos nos sentimos observados de alguna u otra forma. Y en ese contexto nos relacionamos, entablamos relaciones amorosas o casuales, y cuando las cosas en el sexo no avanzan como los mensajes sociales nos han dicho, nos frustramos.

¿Acaso soy un bicho raro?

Parece broma tener que decirlo, pero un hombre no siempre está dispuesto al sexo. A veces está cansado o muy preocupado, o está muriendo de hambre y preferiría comer algo antes que pasar un momento erótico. O quizás lleva mucho tiempo viviendo con la misma pareja y llega el punto en el que le parece más interesante ver la final de fútbol que intimar un domingo por la mañana.

Por su parte, las mujeres no siempre rechazan el sexo para “hacerse desear”. Algunas son directas y buscan el placer que les brinda el sexo, y no por eso no pueden ser tomadas en serio o tienen algún problema por estar demasiado interesadas en eso.

Los problemas se presentan cuando, en una pareja estable, las dos personas están en ánimos diferentes. Puede ser que una de ellas (ya vimos que no importa el género) sienta deseo con más frecuencia que la otra, y la falta de sincronía puede generar caos.

Podría llegar el punto en que quien desea más se sienta rechazado, y quien no desea tanto se sienta acosado, o sienta culpa por no poder satisfacer las expectativas de su pareja.

En busca de la solución

Si tienes este problema de diferentes ritmos de deseo sexual en tu pareja, lo ideal sería visitar a un terapeuta. Sin embargo, en medio de una pandemia como la que estamos viviendo, quizás no es la opción más viable, ya sea por el gasto que representa o porque en tu ciudad están limitados los servicios.

En este caso, lo más saludable es hablar. Muchas veces es difícil si el problema lleva ya algún tiempo, pero si estás empezando a detectar conflictos de este tipo, cuanto antes se aclaren será mejor. Decirle a tu pareja cómo te sientes y mostrar disposición a escucharla es el primer paso, y el siguiente debe ser negociar. Si uno de los dos prefiere tener sexo en la mañana y al otro le gusta por la noche, alternen horarios. Si uno quiere hacerlo cinco veces por semana y el otro una, busquen un número medio.

El confinamiento nos está poniendo a todos bajo mucha presión. La existencia completa se ha modificado y en una situación tan tensa es muy importante tratar de mantener sano un aspecto fundamental de nuestra vida, como es la sexualidad.

Lo que siempre debe ser la constante es que, si tienes una vida sexual activa, te hagas una prueba de VIH de forma periódica. AHF tiene servicios gratuitos, puedes mandarnos mensaje directo para que te brindemos más información. 

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