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Aproximadamente 1 de cada 50 mil bebés carece de sistema inmunológico. Popularmente, esta deficiencia fue conocida como “el mal del bebé burbuja”, por el caso de un niño de Texas quien, en los años setenta, vivió dentro de una burbuja plástica hasta los 12 años, en un esfuerzo por aislarlo físicamente del mundo para evitar que contrajera infecciones que su organismo no lograría combatir.

El pasado mes de mayo, un equipo de investigación de la Universidad de California en Los Ángeles descubrió una posible cura para esta enfermedad, cuyo nombre oficial es Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Grave (SCID, por sus siglas en inglés). Nada menos que el VIH es capaz de dotar a estos niños de un sistema inmunitario funcional, informó la agencia de noticias AP.

El estudio incluyó a 50 niños y niñas nacidos con SCID, de los cuales, 48 desarrollaron un sistema inmunológico. Por otra parte, los dos que no lo lograron recibieron trasplantes de médula ósea que les dieron el mismo resultado.

Es precisamente este tejido, la médula ósea, el que está afectado por el SCID, ya que es incapaz de producir las células sanguíneas que forman parte del sistema inmunológico. Las y los bebés que nacen con esta condición genética difícilmente sobrepasan el año de vida si no reciben un tratamiento. El tratamiento que se ha utilizado hasta ahora consiste en dos dosis de antibióticos y anticuerpos a la semana, pero no es una solución permanente.

La única cura posible hasta el momento era el trasplante de médula ósea, pero ésta debe provenir del donante adecuado (un hermano o hermana, por lo general) y es bien sabido que es un procedimiento riesgoso.

El VIH podría ser la respuesta

El tratamiento usado en el experimento consistió en retirar algunas células sanguíneas del paciente, después utilizar un virus (VIH) desactivado para insertar una versión sana del gen que les hace falta a los niños, y luego reinsertar las células vía intravenosa.

El doctor Donald Kohn, líder del estudio, resaltó que quienes participaron “prácticamente viven en libertad, van a la escuela, hacen cosas normales” sin el temor de que una infección se vuelva potencialmente mortal. Sin embargo, considera que todavía hay que esperar para asegurar que los niños y niñas estén curados, pero hasta ahora parecen estar evolucionando bien.

Uno de los niños participantes en el estudio tiene hoy 11 años y recibió el tratamiento cuando tenía 3. De acuerdo con su madre, antes sufría de erupciones en la piel, dolorosas lesiones de herpes y diarreas frecuentes, sin embargo, después de la terapia mejoró de inmediato.

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