Cuando pensamos en relaciones sexuales, lo que viene a la mente es sólo (o principalmente) la penetración. Sin embargo, no hay que olvidar que el encuentro sexual puede ser todo un ritual, disfrutable de principio a fin, y que enriquecerlo es una de las cosas que mantiene vivo el interés.
Todos los procesos tienen un antes, un durante y un después, y el sexo no es la excepción. Sin embargo, a veces la convivencia prolongada puede ir reduciendo esos elementos hasta dejarlos sólo en unos minutos de coito pocas veces por semana.
Es recomendable cuidar de todos los pasos del proceso para explotar al máximo la satisfacción que puede brindar cada uno de ellos, más allá del placer que se obtiene de los genitales.
El famoso juego previo
Casi todo en la vida actual es inmediato y desechable. La información, las tendencias (de moda, de cocina, de baile) y hasta los memes surgen y se olvidan con una rapidez nunca antes vista.
El sexo parece estar viviendo el mismo fenómeno. Muchas películas para adultos muestran a dos personas que intercambian unas cuantas miradas, un par de palabras y comienzan una penetración desenfrenada.
¿Dónde quedó el juego previo? Los besos profundos, las caricias y la excitación que se eleva lentamente, se dejan de lado con demasiada frecuencia, siendo que estas prácticas permiten conocer plenamente el cuerpo de la otra persona, y quizás descubrir sensaciones nuevas con estímulos que no habían surgido antes.
El jugueteo que precede a la penetración suele olvidarse, en especial, cuando una pareja que lleva cierto tiempo junta y cree que ya sabe lo que va a continuación, y es justamente el menospreciar esta parte del encuentro sexual lo que puede estar restando creatividad al momento.
¿Cuánto debe durar el acto?
La escasa información seria sobre sexualidad alimenta muchos mitos y prejuicios. La duración del coito es una de las grandes incógnitas que sólo recientemente se han tratado de resolver: ¿cuánto tiempo es “bueno”?
Esto es muy relativo y tiene que ver con la satisfacción. Mientras para algunas personas una penetración de 5 minutos es perfectamente placentera, otras pueden estar preocupadas por durar una hora al menos.
Por fortuna para la mayoría (hombres y mujeres), la duración del coito no requiere tantos minutos para ser placentera, algunos estudios han mostrado que las personas se sienten satisfechas con entre 5 y 15 minutos de duración.
Sin embargo, lo más importante son los acuerdos entre la pareja. Las opiniones son muy diversas y no se puede adivinar lo que la otra persona está pensando, así que tener una conversación amistosa y honesta será la mejor forma de encontrar un punto medio entre las preferencias de ambos. Esto, a la vez, los liberará de la presión de tener que cumplir con cierto estándar y sentir que se ha fracasado si no se llega a la meta.
El final no es el final
Otro de los mitos que, lamentablemente, se alimenta por la cultura centrada en el pene es la idea de que la eyaculación masculina es el fin de la relación sexual. Esto porque la mayoría de los hombres pierden la erección después de eyacular, y ya que la penetración se considera “la verdadera” relación sexual, al llegar a su fin se da por terminado el encuentro.
Es verdad que las sensaciones para ellos pueden cambiar después de ese momento, pero las mujeres son capaces de tener un número ilimitado de orgasmos, ya sea con o sin penetración. Este hecho abre la posibilidad de continuar dando placer a ella por un tiempo más.
Por otro lado, si ya ambos miembros de la pareja están satisfechos con lo que ha sucedido, no hay que caer en la tentación de girarse en la cama y comenzar a roncar. El momento posterior al coito es uno de mucha intimidad, donde la pareja puede aprovechar para mostrar cariño, deseo o la propia satisfacción del momento.
Intercambiar algunas palabras, opiniones, caricias, o simplemente disfrutar de la compañía es algo que debería ser más valorado, en lugar de saltar de la cama y comenzar a recoger la ropa tirada.
Siempre con seguridad
Revisar las partes y la duración del proceso sexual es un asunto que pertenece a cada pareja, como también lo es la protección mutua en cuestiones de enfermedades sexuales. Recuerda que el uso del condón es una forma de demostrar cuidado hacia tu pareja y por tu propia salud.
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