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La expectativa de vida de las personas con VIH se ha igualado con la de aquellas que no tienen el virus en su cuerpo. Por esto, es lógico que los equipos de investigación se interesen por aquellos niños y niñas que nacieron con el VIH, o por quienes se infectaron en su adolescencia, y que han llegado a la edad adulta.

Fue así que un equipo de investigadores en España se abocó a investigar las condiciones en las que las y los menores de edad con VIH cambiaban de los servicios pediátricos de salud a los servicios para adultos.

El estudio se publicó en la revista Scientific Reports, y fue elaborado por el Laboratorio de Epidemiología Molecular del VIH del Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria (IRYCIS), en colaboración con médicos de la Cohorte de niños y adolescentes que viven con VIH de España (CoRISPe). En él se realizó una comparación de las mutaciones de resistencia a medicamentos antirretrovirales y las variantes del virus en jóvenes con VIH transferidos entre 1997 y 2017, desde las unidades de atención pediátrica hacia hospitales públicos de Madrid, España.

Una gran parte de esta población, reporta la agencia ibérica Infosalus, ya ha estado expuesta a varios regímenes de medicamentos antirretrovirales durante su vida, y presentan un mayor riesgo de desarrollar resistencia a dichos tratamientos o fracaso en sus esquemas, lo cual hace peligrar el funcionamiento de otras opciones terapéuticas para ellos.

Por ejemplo, un tercio de quienes estuvieron incluidos en el estudio había recibido tres tipos de antirretrovirales diferentes a lo largo de su vida, lo cual disminuye las opciones terapéuticas que se pueden seguir utilizando con éxito, pues una vez que el virus se vuelve resistente a un tipo de fármaco, éste no se puede volver a usar.

Por otro lado, se encontró que las y los jóvenes que habían sido transferidos de servicios pediátricos a servicios adultos tenían una mayor prevalencia de mutaciones adquiridas (es decir, se infectaron con virus ya resistentes a ciertos medicamentos) que quienes no habían sido transferidos.

Todo esto tiene un impacto en la estrategia de atención del VIH en jóvenes, puesto que los tipos de VIH resistentes encontrados en los jóvenes que fueron transferidos de servicio “justifican la necesidad de reforzar la monitorización de las resistencias después de la transición si queremos buscar el éxito en el control de la infección y evitar fracasos terapéuticos futuros”, declaró África Holguín, investigadora del equipo y coordinadora del Laboratorio de Epidemiología Molecular del VIH-1.

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