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Una nueva clave para detener el avance del VIH en el cuerpo podría haber sido descubierta, nada menos que en el intestino. De acuerdo con un reciente estudio, los tratamientos no deben enfocarse sólo en la activación del sistema inmunológico y la inflamación sistémica, sino también en la raíz de estos problemas.

La investigación, que se realizó en monos y utilizó el virus de la inmunodeficiencia simia (VIS), un agente infeccioso muy parecido al VIH, fue desarrollada en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, y se publicó recientemente en la revista científica JCI Insight.

Objetivos estratégicos

El doctor Cristian Apetrei, investigador principal del estudio, explica que su trabajo se originó en investigaciones anteriores que habían obtenido resultados poco satisfactorios. Esto llevó a su equipo al descubrimiento actual, al darse cuenta de que la inflamación causada por el virus, la cual daña el revestimiento intestinal, es impulsada por un mecanismo independiente de la activación inmunitaria. Por lo tanto, es fundamental abordar específicamente este problema.

Como lo explica el portal web Ciencia y Salud, el VIH se caracteriza por invadir las células inmunitarias conocidas como “células T ayudantes”, a las cuales utiliza (y destruye) para replicarse. La comunidad científica ha enfocado su búsqueda de tratamientos en detener esta replicación; sin embargo, esto sólo calma la activación del sistema inmunitario y la inflamación, pero no las restaura a los niveles previos a la infección.

Desde hace décadas es sabido que el intestino es uno de los objetivos principales del VIH, pues el virus destruye la gran mayoría de las células inmunitarias intestinales en las primeras semanas de la infección. Dichas células juegan un rol muy importante en la memoria inmunológica y la protección contra microoganismos dañinos.

Cuando estas células se destruyen, el revestimiento intestinal se daña y la flora intestinal ingresa al torrente sanguíneo. Se ha observado que las personas que viven con VIH cuya infección progresa más rápido tienen microbiomas intestinales menos saludables y más lesiones.

Por esto, el razonamiento anterior era que calmar la activación inmunológica y detener la replicación del VIH permitirían controlar la progresión de la infección para evitar la etapa de sida.

Además, el VIH suele provocar una inflamación sistémica que, si bien mejora con el tratamiento antirretroviral, no se elimina por completo, aunque la infección sea exitosamente controlada. De hecho, las causas de la inflamación persistente han sido una de las grandes incógnitas y motivo de investigación en las últimas dos décadas.

Hay que curar el intestino

El equipo de investigación encontró que resolver la activación inmunitaria y la inflamación es la clave por la que la infección por VIS no evoluciona en los monos verdes africanos.

Según los resultados obtenidos, estos monos no sufren el mismo tipo de daño intestinal que se observa en humanos y otros primates cuando se infectan por VIH, y tampoco progresan naturalmente hacia una infección crónica y sida.

El estudio demostró que la disfunción intestinal es el principal factor que contribuye a la inflamación sistémica y la progresión de la enfermedad. Esto destaca la necesidad de desarrollar tratamientos dirigidos a preservar la salud intestinal para evitar el envejecimiento acelerado, enfermedades relacionadas y la muerte prematura en las personas con VIH.

“Hemos demostrado directamente que la disfunción intestinal es el principal determinante de la inflamación sistémica y la progresión de la enfermedad”, destacó una de las autoras, Ivona Pandrea, doctora en medicina y profesora de enfermedades infecciosas y microbiología en la escuela Pitt Public Health.

El equipo también se ha enfocado en investigar dos vías que podrían estar involucradas en la disfunción intestinal relacionada con el VIS: la liberación excesiva de estructuras similares a redes, llamadas trampas extracelulares de neutrófilos, y alteraciones en la vía de la adenosina, un potente modulador con propiedades antiinflamatorias que puede proteger el intestino.

Planean seguir estudiando el papel de estas vías en un contexto real y esperan que sus hallazgos impulsen estudios adicionales para determinar si la curación intestinal en personas que viven con VIH, lograda mediante cambios en la dieta, suplementos prebióticos y probióticos y trasplantes de microbios intestinales puede frenar la progresión del virus.

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