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En años recientes hemos comenzado a escuchar cada vez más la palabra stealthing. Es un término en inglés que se refiere a hacer algo con sigilo o en secreto, pero se ha difundido el concepto para decir que alguien se quita el condón durante una relación sexual, sin el consentimiento de la otra persona.

El stealthing podría ser, para algunos hombres, una travesura o un arrebato de intensidad, una manera de “salirse con la suya”, pero en realidad se trata de una agresión, pues si la pareja acordó que el sexo se daría con condón, ese acuerdo no debe traicionarse.

La importancia del consentimiento

Una regla básica para la actividad sexual que muchos expertos en el tema mencionan todo el tiempo es el consentimiento. Las personas involucradas en un acto sexual deben estar de acuerdo en lo que hacen y cómo lo hacen, y cualquiera tiene derecho a no consentir algo que no es de su agrado, que no le hace sentir cómodo o que piensa que pone en riesgo su integridad física.

Cuando el consentimiento no está presente, la actividad sexual puede constituir una agresión. Por ejemplo, besar a alguien no significa consentir que toque tus partes íntimas, o tener sexo vaginal con alguien no quiere decir que consientas tener sexo anal también.

El acuerdo es vital para el sexo, y si ese acuerdo se rompe, los problemas pueden ir más allá de un simple disgusto e involucrar consecuencias más serias.

Un delito en forma

No se sabe a ciencia cierta si el stealthing es más frecuente hoy en día o simplemente se habla más de él, pues se ha comenzado a identificar como un ataque. Penetrar sin condón a una persona que había puesto a ese elemento como una condición para el sexo implica poner en riesgo la salud, tanto física como mental, de esa persona.

No debería ser necesario repetir que se pueden presentar desde embarazos no planeados hasta infecciones de transmisión sexual al no utilizar el preservativo de principio a fin en la relación sexual. Esto lo saben bien quienes en ocasiones se han convertido en víctimas.

En algunos países, la práctica del stealthing ya ha llegado a las instancias legales. En Canadá, en 2021, la Suprema Corte revisó un caso donde un hombre había “roto su promesa” de usar condón. Él y su pareja sexual se habían conocido en línea y ella dejó claro que debían usar preservativo en su encuentro. Él lo usó en una primera relación sexual, pero se quedó a pasar la noche en la casa de ella y en la madrugada la despertó para una segunda relación, en la que ya no usó condón.

Ella denunció el hecho como un ataque sexual y la discusión (que no ha concluido) revivió un antecedente, sucedido en 2014, cuando otro hombre perforó deliberadamente el condón y su pareja resultó embarazada. Sin embargo, en aquel caso, las autoridades determinaron que el delito era “fraude” y no agresión sexual.

En cambio, en el Reino Unido, quitarse el condón sin consentimiento es considerado una violación, ya que en el fondo se obliga a la persona a realizar una actividad sexual para la que no dio su consentimiento. Por desgracia, los casos de stealthing no están debidamente registrados pues las estadísticas los reflejan en general como una violación.

En otras regiones del mundo, el debate al respecto apenas está comenzando, pero es importante tener claro que no se trata de algo menor, sino de una agresión en toda forma.

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