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A sólo unas semanas de haberse presentado el caso del llamado “paciente de Dusseldorf”, un hombre que logró eliminar el VIH de su cuerpo gracias a un trasplante de médula, otro equipo de investigación publicó un resultado similar en quien sería la primera mujer curada de esta forma.

Sobre el caso de “la paciente de Nueva York” se había dado a conocer un avance en una conferencia médica en 2022, pero todavía no había sido publicado en una revista científica. A mediados de marzo, el artículo apareció en la revista Cell, lo cual lo vuelve un hallazgo “oficial”.

Esta mujer, quien desde 2017 no toma antirretrovirales, sería la cuarta persona en el mundo que se libró del VIH después de recibir un trasplante de médula ósea para tratar su leucemia, aunque el caso de ella tiene algunas diferencias relevantes. La primera es que recibió células de cordón umbilical y no de un donante vivo, como los tres hombres anteriores. La segunda es que se ha definido como una mujer “de raza mixta”, lo cual muestra que el procedimiento también puede ser exitoso en quienes tienen herencia racial afro.

Procedimiento de alto riesgo

Los equipos médicos que han dado seguimiento a estos cuatro casos han sido muy cautelosos al calificar las personas como “curadas”, pues no están absolutamente seguros de que el VIH no haya permanecido oculto en algunos de sus escondites (llamados reservorios), de donde los tratamientos existentes hasta ahora no han podido eliminarlo.

Además, en todos los casos han esperado que la persona pase entre tres y cuatro años sin tratamiento antirretroviral después del trasplante para poder afirmar que, durante ese mismo lapso, no se ha detectado presencia del VIH en el cuerpo, aun con las pruebas más sensibles. Por esto, y ante la insistencia de los medios, admiten que, mientras esa circunstancia no cambie, puede considerarse a la persona curada.

Por otro lado, los científicos también han aclarado que un trasplante de médula no es un procedimiento que pueda realizarse a escala masiva para los aproximadamente 40 millones de personas que viven con el VIH en todo el mundo.

Las cuatro personas hasta ahora curadas (conocidos como “el paciente de Berlín”, “el paciente de Londres”, “el paciente de Dusseldorf” y ahora, “la paciente de Nueva York”) padecían cánceres de la sangre, concretamente leucemia y linfoma de Hodgkin. Se sometieron a trasplantes de médula ósea, un procedimiento de alto riesgo, como último recurso para combatir esas enfermedades.

Lo único que fue diferente para ellos fue que se buscó un donante que tuviera una mutación genética en el correceptor CCR5, localizado en la superficie de las células CD4 del sistema inmunológico, al cual el VIH se “ancla” para infectar a las células. Unas pocas personas en el mundo carecen de ese correceptor y, por ende, el VIH no puede unirse a sus células para invadirlas.

Al recibir el trasplante, las células CD4 de la persona “se sustituyen” por las del donante, y todas las nuevas células inmunológicas tendrán la misma mutación, por lo que el VIH no logrará infectar a esas nuevas células.

La paciente de Nueva York

En una conferencia de prensa, la investigadora principal del estudio, Yvonne Bryson, de la Universidad de California, dio detalles sobre las particularidades que hacen de la paciente de Nueva York un nuevo éxito.

Por un lado, es muy importante que su herencia racial sea mixta, ya que las personas de raza negra o mixta difícilmente encuentran donantes altamente compatibles, una condición que es necesaria para los trasplantes de médula, explicó.

En parte, esta fue la razón para utilizar células madre de cordón umbilical, pues era más factible que se lograra la compatibilidad con la receptora. Además, dichas células fueron combinadas con células madre de un familiar de la mujer, en parte porque las células de cordón umbilical son menos en cantidad y tardan más en reproducirse luego del trasplante. Así, al combinarla con las células de donante vivo, el proceso se acelera y se potencia.

Por su parte, la doctora Deborah Persaud, codirectora de la investigación, dijo a la revista Cell que los hallazgos destacan la importancia de contar con células madre con la mutación CCR5 para las personas con VIH que requieran un trasplante, pues otros estudios donde se han trasplantado células madre sin la mutación no han conseguido el mismo resultado.

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