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Hace un año comencé la escuela preparatoria. Todo era nuevo: las instalaciones, los profesores y también las y los compañeros, pero lo más emocionante era esa sensación de que ya éramos grandes.

Sin embargo, pronto surgió un problema que nos enseñó que no éramos tan maduros como lo pensábamos. Por los pasillos empezó a correr el rumor de que mi compañera, Jess, tenía VIH. Todos, incluso yo, comenzamos a mirarla con insistencia, a procurar no acercarnos a ella, a evitar los espacios donde ella comía o iba al baño.

Obviamente, no pasó mucho tiempo antes de que Jess se enterara de que todos hablaban de ella, y decidió tomar al toro por los cuernos. Platicó primero con la supervisora escolar y ella organizó una reunión con todo el grupo para aclarar las cosas.

¿Cómo se transmite el VIH?

Jess habló de la manera más valiente que yo he visto en mi vida. Nos dijo que sí, que tiene el VIH porque había nacido con él, pero que eso no representaba ningún riesgo para nosotros. Miré alrededor y vi algunas caras de rechazo, pero todo eso fue cambiando conforme nuestra compañera hablaba y, por qué no decirlo, nos educaba sobre la infección por VIH y cómo este se transmite o no.

Como ya nos habían enseñado en la secundaria, Jess dijo que solo algunos fluidos corporales son capaces de transmitir el VIH de una persona a otra. Estos fluidos son la sangre, el semen, las secreciones vaginales, las secreciones rectales y la leche materna.

¿Cómo NO se transmite el VIH?

Sin embargo, lo realmente relevante para la convivencia escolar son las formas en las que no se transmite el VIH. Por ejemplo, el virus no puede vivir en la piel ni puede vivir mucho tiempo fuera del cuerpo humano. Por esto, dar la mano, abrazar o sentarse junto a una persona con VIH no hará que adquieras el virus.

De igual forma, la saliva no transmite la infección, así que un estornudo o hablar muy cerca (o besar) a una persona con VIH no es un riesgo; tampoco comer del mismo plato. Algo más que sonó raro, pero no imposible, fue hablar sobre raspones y escupitajos. Siguiendo la misma lógica, la sangre escasa que emana de un raspón o los escupitajos de una persona con VIH no transmiten el virus.

Más aún, si la orina o las heces no transmiten el VIH, tampoco usar un baño común era ningún riesgo. Y con esto se descartaron los mitos en los cuales se había basado el rechazo hacia Jess. No diré que todos nos hicimos sus amigos en ese momento, pero sí que las cosas cambiaron y un respeto verdadero se generó alrededor de ella, definitivamente un signo de mayor madurez de lo que cualquiera hubiera pensado.

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